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viernes, 6 de febrero de 2015

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LA RADIO DEL SIGLO XXI Y SU PROBLEMÁTICA


En el proceso radiofónico, nuestra herramienta principal sobre la cual nos basaremos para lograr ser escuchados, es la voz humana. Y es que día a día el hombre necesita compartir, interactuar y desarrollarse,  como persona y como ser social. Este complejo sistema de signos lingüísticos que permiten la comunicación en una comunidad, es la clave para el progreso.
Milyara define el habla como el “acto de seleccionar los signos de entre los disponibles y organizarlos a través de ciertas reglas”.  Pero así como el habla es exclusivamente personal, el dialecto es netamente de una región o sector específico.  De ahí que nosotros, los comunicadores, debamos emprender la ardua búsqueda  hacia la comprensión de nuestros mensajes por parte de la audiencia. Y es que la captación del mensaje y su futura apropiación, hace que el trabajo de un radiotransmisor este del todo completa.
Pero no es el único problema que la radio afronta. Desde sus inicios, la radio ha debido ir adaptándose a los cambios y nuevas tecnologías. Los comienzos de la radio, al igual que de cualquier medio de comunicación, estuvieron lleno de preguntas e incertidumbre, que con el tiempo lograron ir descifrando. 
En 1901 se daría el gran accidente radiofónico que lograría dar paso a la nueva forma de comunicación, Prieto & Durante (2007): “Posiblemente los primeros receptores del envió de la palabra al aire fueron unos operadores de un barco de la United Fruit… pero, la KDKA, fue la primera emisora con servicio regular en el mundo”. Continuo a estos sucesos vendría una larga listan de emisoras pertenecientes a diversos países y asociaciones privadas y públicas que involucrarían a la radio como parte de su comunicación organizacional y social.
Al llegar al boom de la globalización, la radio entró en una era de renovación. La creación de la computadora, las redes sociales, el internet y las nuevas tecnologías, provocaron una actualización en las emisoras radiales en su fondo y forma.  Se cambió la manera de escuchar radio, se dejó de lado los grandes aparatos con reguladores y antenas para dar paso a “las pequeñas cajitas con teclas que permitían guardar la voz de nuestros locutores en el bolsillo y llevarlos a todos lados”.
Ya en el término del siglo XX y con el anhelo del siglo XXI, nace la urgencia de clasificar la radio en tres: radio comercial, referida a las “radios de cuidad” enfocadas en la publicidad y rating, radio educativa, cuya modalidad es el desarrollo académico social y la formación integral y radio comunitaria, cuya ubicación y transmisión se da en zonas nativas e indígenas, destinada a fomentar la identidad y fortalecer la integración nacional.    
Con esta clasificación se logra objetivar el trabajo de las radios basándose en sus funciones. No obstante, en el Perú, aun no tenemos desarrollada una radio educativa y se presencia el gran número de radios comerciales, generando una reacción alarmante en estado.
La importancia de contar con radios comunitarias y educativas, se desprende de la necesidad de integrar a una nación. Gumucio (2001) “Los procesos de descentralización y participación popular que en los últimos quince años han adoptados varios países de América Latina y África, son un marco ideal para el fortalecimiento de los medios locales comunitarios”.
Es necesaria poder tener una población informada del mundo que los rodea pero es también, de suma importancia, mantener nuestra identidad. Gutiérrez, en su ensayo Entre lo local y lo global,  afirma que “las radios populares se reafirma en sus viejas utopías porque hoy son más vigentes que nunca”. Por lo cual, una radio comunitaria, logra lo que por años políticos y ex presidentes han buscado, una sociedad orgullosa de sus raíces y conocedora de su presente con vista hacia un futuro mejor.
Otro mundo se vive en las radios comerciales, cuyo centro de giro se basa en las razones económicas y el máximo grado de interés de las personas por la diversión que ofrecen. Si bien son muy famosas, de igual maneras son criticadas. Ya que su forma de persuadir a la población y la falta de cultura que estas emiten producen el enfado de quienes buscan el desarrollo poblacional peruano. No obstante, debemos mirar hacia la problemática masiva. Rivadeneyra (2006) nos explica que “la necesidad de maximizar audiencias y conseguir economías a escala obliga a los operadores comerciales a agruparse para la realización de programas y formación de redes”.  Y es que hay que aceptarlo, se necesita de la economía para poder seguir en el medio, estas radios no cuentan con el apoyo del estado, otras organizaciones u ONG. Ellas están por su cuenta, por ende deben esforzarse para lograr contentar a la audiencia, una audiencia que como bien lo dice Fernández en La radio ante el desafío de las nuevas audiencias, “enfrenta una triple crisis: identidad, valores y destino”.

¿Pero no es posible acaso lograr un balance entre diversión y cultura? Esta es tal vez la pregunta más importante y aun sin respuesta que vivimos todos los radialistas en este siglo lleno de liberalismo y marginación hacia las tradiciones.